domingo, 7 de marzo de 2010
La corrupción en el Gobierno de Puerto Rico
Legisla la corrupción con sus garras de poder
La sensación de impunidad facilita la podredumbre de quienes legislan
Por Alba Y. Muñiz Gracia / amuniz@elnuevodia.com
En la legislatura, la corrupción opera con su propio código. Allí, según expertos, imperan la noción de impunidad, el temor a represalias, el abuso del poder y las ansias de enriquecimiento rápido y desmedido.
El caso del ex senador Jorge de Castro Font es el más reciente de una extensa lista de procesos judiciales por malversación de fondos, soborno, extorsión y apropiación ilegal que incluyen nombres como el del ex presidente de la Cámara de Representantes, Edison Misla Aldarondo, y el ex senador Víctor “El Búho” Marrero.
El Contralor, la Oficina de Ética Gubernamental (OEG), el Departamento de Justicia y la Oficina del Panel del Fiscal Especial Independiente son algunas de las agencias locales con la responsabilidad de velar por el servicio honesto de quienes laboran entre el mármol capitolino.
Pero, como ha evidenciado el proceso contra De Castro Font, el trabajo que realizan no ha logrado impedir conductas delictivas en la Casa de las Leyes.
Allí, el ex portavoz de la mayoría en el Senado cometió los delitos que desembocaron en dos casos por corrupción: uno a nivel federal, donde se declaró culpable, y otro a nivel estatal. Es este caso el que actualmente se ventila en el Centro Judicial de San Juan, donde enfrenta 182 cargos de soborno, extorsión, lavado de dinero y violaciones a la Ley Electoral y la Ley de Ética Gubernamental.
“Ellos piensan que no los van a coger porque son todopoderosos y como ellos les pueden hacer mucho daño a las personas que traten de llevar a la opinión pública la conducta desviada y malsana de ellos, siguen incurriendo en esa conducta”, explicó la ex contralor Ileana Colón Carlo.
Además del temor a represalias que puedan sentir las personas, también influye el poder económico de los protagonistas de los esquemas de corrupción. “El dinero les da el poder a esas personas para que actúen, en muchos casos, sin ninguna consecuencia ya que a muchas de estas personas se les da inmunidad, cooperan en una investigación y no hay consecuencias”, indicó, por su parte, la ex presidenta del Panel del FEI, Crisanta González.
Para el ex representante Víctor García San Inocencio, la sensación de impunidad tiene que ver con tres factores: el debilitamiento de las comisiones legislativas de ética, la laxitud del Departamento de Justicia cuando recibe referidos de personas afiliadas al partido en el poder y el sistema actual para el financiamiento de las campañas políticas.
“Mientras en Puerto Rico no se meta preso a los que participan en el esquema pagando, que siempre se presentan como víctimas, verás gente dispuesta a pagar lo que sea bajo un marco de impunidad. Tan corrupto es el que reclama dinero como quien lo da, pero si se castiga sólo al que lo solicita, la consecuencia neta es que siempre van a aparecer otros dispuestos a pagar”, explicó el profesor de derecho.
Según la ex FEI, Ana Paulina Cruz Vélez, esta laxitud podría estar anclada en el deseo de algunos funcionarios de escalar posiciones en el Gobierno y al temor a las consecuencias que pueda tener el proceso en sus empleos y reputación. Pero las personas no electas no son las únicas que guardan silencio cuando escuchan sobre un posible delito. Esa conducta parece reflejarse también entre los propios legisladores. “Es el fenómeno de la fraternidad: hoy por ti y mañana por mí. No lo acusan ni lo señalan porque dejan la puerta abierta para que si ellos, en algún momento, resbalan, que tampoco lo señalen. Tú me cubres la espalda hoy y yo a ti mañana”, dijo Colón Carlo.
El cuarteto de expertos coincidió en que entre los factores que inciden para la proliferación de los casos de corrupción están las ansias de poder, el afán de enriquecimiento y la falta de controles y supervisión. “Éso no necesariamente tiene que ser que cuando la persona llega se deslumbró. Me parece que la deshonestidad y que le falta integridad son características que debe haber poseído la persona y que sencillamente se da el momento, la circunstancia del poder que le hace pensar que sus actos no tendrán consecuencias”, expresó González.
Las acciones que cometen en el Capitolio las personas electas parecen reproducirse en la sociedad, donde el engaño, las extorsiones y los robos aumentan cada día.
“Si los que nos representan cometen actos de corrupción, ¿qué va a pensar el muchachito de 15 años que vandaliza un carro y que falta el respeto? ¿Que está en lo correcto?”, expresó Cruz Vélez.
La sensación de impunidad facilita la podredumbre de quienes legislan
Por Alba Y. Muñiz Gracia / amuniz@elnuevodia.com
En la legislatura, la corrupción opera con su propio código. Allí, según expertos, imperan la noción de impunidad, el temor a represalias, el abuso del poder y las ansias de enriquecimiento rápido y desmedido.
El caso del ex senador Jorge de Castro Font es el más reciente de una extensa lista de procesos judiciales por malversación de fondos, soborno, extorsión y apropiación ilegal que incluyen nombres como el del ex presidente de la Cámara de Representantes, Edison Misla Aldarondo, y el ex senador Víctor “El Búho” Marrero.
El Contralor, la Oficina de Ética Gubernamental (OEG), el Departamento de Justicia y la Oficina del Panel del Fiscal Especial Independiente son algunas de las agencias locales con la responsabilidad de velar por el servicio honesto de quienes laboran entre el mármol capitolino.
Pero, como ha evidenciado el proceso contra De Castro Font, el trabajo que realizan no ha logrado impedir conductas delictivas en la Casa de las Leyes.
Allí, el ex portavoz de la mayoría en el Senado cometió los delitos que desembocaron en dos casos por corrupción: uno a nivel federal, donde se declaró culpable, y otro a nivel estatal. Es este caso el que actualmente se ventila en el Centro Judicial de San Juan, donde enfrenta 182 cargos de soborno, extorsión, lavado de dinero y violaciones a la Ley Electoral y la Ley de Ética Gubernamental.
“Ellos piensan que no los van a coger porque son todopoderosos y como ellos les pueden hacer mucho daño a las personas que traten de llevar a la opinión pública la conducta desviada y malsana de ellos, siguen incurriendo en esa conducta”, explicó la ex contralor Ileana Colón Carlo.
Además del temor a represalias que puedan sentir las personas, también influye el poder económico de los protagonistas de los esquemas de corrupción. “El dinero les da el poder a esas personas para que actúen, en muchos casos, sin ninguna consecuencia ya que a muchas de estas personas se les da inmunidad, cooperan en una investigación y no hay consecuencias”, indicó, por su parte, la ex presidenta del Panel del FEI, Crisanta González.
Para el ex representante Víctor García San Inocencio, la sensación de impunidad tiene que ver con tres factores: el debilitamiento de las comisiones legislativas de ética, la laxitud del Departamento de Justicia cuando recibe referidos de personas afiliadas al partido en el poder y el sistema actual para el financiamiento de las campañas políticas.
“Mientras en Puerto Rico no se meta preso a los que participan en el esquema pagando, que siempre se presentan como víctimas, verás gente dispuesta a pagar lo que sea bajo un marco de impunidad. Tan corrupto es el que reclama dinero como quien lo da, pero si se castiga sólo al que lo solicita, la consecuencia neta es que siempre van a aparecer otros dispuestos a pagar”, explicó el profesor de derecho.
Según la ex FEI, Ana Paulina Cruz Vélez, esta laxitud podría estar anclada en el deseo de algunos funcionarios de escalar posiciones en el Gobierno y al temor a las consecuencias que pueda tener el proceso en sus empleos y reputación. Pero las personas no electas no son las únicas que guardan silencio cuando escuchan sobre un posible delito. Esa conducta parece reflejarse también entre los propios legisladores. “Es el fenómeno de la fraternidad: hoy por ti y mañana por mí. No lo acusan ni lo señalan porque dejan la puerta abierta para que si ellos, en algún momento, resbalan, que tampoco lo señalen. Tú me cubres la espalda hoy y yo a ti mañana”, dijo Colón Carlo.
El cuarteto de expertos coincidió en que entre los factores que inciden para la proliferación de los casos de corrupción están las ansias de poder, el afán de enriquecimiento y la falta de controles y supervisión. “Éso no necesariamente tiene que ser que cuando la persona llega se deslumbró. Me parece que la deshonestidad y que le falta integridad son características que debe haber poseído la persona y que sencillamente se da el momento, la circunstancia del poder que le hace pensar que sus actos no tendrán consecuencias”, expresó González.
Las acciones que cometen en el Capitolio las personas electas parecen reproducirse en la sociedad, donde el engaño, las extorsiones y los robos aumentan cada día.
“Si los que nos representan cometen actos de corrupción, ¿qué va a pensar el muchachito de 15 años que vandaliza un carro y que falta el respeto? ¿Que está en lo correcto?”, expresó Cruz Vélez.
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