ANA HELVIA QUINTERO PROFESORA UPR |
Las artes en el currículo
Recientemente se llevó a cabo una llamativa manifestación de los estudiantes de varias escuelas públicas de Cidra solicitando que no se disminuya el tiempo del currículo dedicado a las bellas artes.
Coincido con estos estudiantes. De hecho, es interesante observar, que mientras en nuestro sistema educativo se piensa en disminuir el tiempo dedicado a las bellas artes, la Dra. Diane Ravitch, quien fue una de las autoras intelectuales de la Ley No Child Left Behind, reconoce el fracaso de las estrategias de esta ley que sólo destacan los resultados en las pruebas estandarizadas en matemáticas y en la lectura, y que en palabras de la Dra. Ravitch: “have squeezed vital subjects like history and art out of classrooms”. Al ver que el énfasis en las pruebas ha llevado a empobrecer la educación, se plantea que estos resultados se deben, en parte, a que se ha limitado la enseñanza de otras materias que en muchas ocasiones son las que le dan sentido a la lectura y a las matemáticas, apoyando así su aprendizaje.
Desde hace años he sostenido que el aumentar las bellas artes en el currículo más que un gasto es una inversión. Para comenzar, las bellas artes en sí tienen un gran valor educativo, entre otras cosas, apoyan el desarrollo de la sensibilidad. Las artes además ayudan a mejorar el clima escolar, fomentando mayor conexión afectiva de los alumnos con la escuela, lo que mejora la disciplina escolar, reduce la violencia, y a la larga redunda en una mayor dedicación al estudio. De hecho, la investigación sobre la educación en las artes (artes visuales, la música, teatro y danza) muestra que la enseñanza en las artes contribuye a mejorar el comportamiento de los estudiantes, su motivación, la confianza en sí mismo, su habilidad para la resolución de conflictos, la colaboración y la empatía. Un ejemplo vivo de esto lo reseñó Nanny Torres en su columna Pa’l Carnegie, en El Nuevo Día, donde resalta los logros de los jóvenes de la Escuela Libre de Música, al ser seleccionados para el Festival del Carnegie Hall. En sus palabras: “Son estos jóvenes viva demostración de que la música desarrolla cooperación, disciplina y responsabilidad”.
He observado también cómo las artes pueden ser un medio para motivar y mejorar el aprendizaje de otras materias. Por ejemplo, en la escuela Intermedia Belén Blanco de Zequeira en Loíza se desarrolló un proyecto que integraba las artes al currículo; maestros de inglés, español, bellas artes, música y la bibliotecaria integraban en sus clases el tema de la Bomba y su importancia histórica y cultural. A través de esta actividad se enseñaba el valor de las raíces culturales de su pueblo Loíza, a la vez que se hacía el currículo más pertinente e interesante a los estudiantes.
Otro ejemplo donde la integración de las artes apoyó el desarrollo académico se dio en la Escuela Superior Nicolás Sevilla, del distrito escolar de Toa Alta. El Proyecto Artistas del Lenguaje tenía como propósito fundamental integrar las Bellas Artes a los currículos de las materias básicas. Esta integración se llevaba a cabo a través de actividades de escritura que permitían a los estudiantes mejorar significativamente sus destrezas de comunicación, así como su aprovechamiento académico.
Las actividades se complementaban con talleres ofrecidos por el Conservatorio de Música y la Escuela de Artes Plásticas, enfocándose en el tema de trabajo en equipo y las diferentes expresiones de las Bellas Artes para canalizar la violencia.
Estos son algunos ejemplos de cómo las artes apoyan la convivencia a la vez que son vehículos para darle sentido e interés al aprendizaje de otras materias. Multipliquemos estas experiencias y veremos cómo aumentan los resultados positivos en nuestras escuelas.
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